Cerrar las grietas del corazón es el camino hacia la plenitud.
Todo lo que ha afectado nuestro corazón está relacionado con nuestras relaciones. La angustia en nuestra alma también se origina en estas relaciones, incluso en la conexión con Dios: “¿Cómo puede hacerme esto, si Él es amor?”, lo que puede dar lugar a la amargura hacia Él.
Toda enfermedad está vinculada a lo que sucede en tu corazón y a la historia de tus relaciones.
Por eso, el centro del evangelio se resume en dos mandamientos: “Ama a Dios con todo tu corazón y tu mente, y ama a tu prójimo como a ti mismo.”
Bendiciones amados,
Ana Méndez Ferrell