La salud divina se encuentra en el corazón del evangelio.
Muchos en la iglesia tienen la mente en un lugar y el corazón en otro, están en desacuerdo.
A menudo, la enseñanza y la mente van en una dirección, mientras el corazón va en otra. Al intentar unir ambas, y no obtener resultados inmediatos, comenzamos a buscar nuestras propias soluciones sin profundizar en lo que realmente necesitamos.
La Biblia nos enseña que el Espíritu escudriña todas las cosas, mientras que aquel espíritu que está muerto espera que alguien más haga el trabajo por él.
Bendiciones amados,
Ana Méndez Ferrell