¿Somos nosotros mejores que los fariseos?
¿Somos gente tan entendida que conoce tan bien la palabra y aun así perder el blanco?
O ¿Somos como los pastores, con un corazón sencillo al que Dios puede voltear, para iniciar algo tan nuevo y tan poderoso, que las ideas preconcebidas no te van a retener?
Bendiciones amados,
Ana Méndez Ferrell