Cuando escuchas a estos “profetas” hablando de quien sabe que tanta destrucción, eso no está viniendo de Dios.
Dios no necesita destruir a nadie para salvarlo, puede tratarle el orgullo, pero no lo destruye.
Dios no es un Dios de destrucción, Dios es un Dios de redención.
Bendiciones amados,
Ana Méndez Ferrell