Cuando comenzó todo este movimiento de los padres, había una inocencia y un buen corazón en la persona que estaba al frente, que quería ayudar, que deseaba que la gente no se sintiera solo como discípulos, sino que se sintieran hijos y experimentaran esa acción paternal. O sea, había una buena intención en ese momento, pero la palabra dice: “Por sus frutos los conoceréis”. El fruto de ese movimiento es un resultado de personas que no pudieron crecer, que no saben enfrentar las puertas del Hades. La gran mayoría de las personas están en hospitales, enfrentando problemas terribles. ¿Por qué?
Porque el hombre no puede producir lo que el Padre puede. Y qué lindo aquellos que despertaron y se dieron cuenta. Bueno, sí, es maravilloso que los ame paternalmente o maternalmente. Yo fui una de ellas; la gente me decía “tú eres mi mamá”, hasta que les dije: “Por favor, no me digan mamá, yo no soy su madre. Tengan al Padre como su Padre; yo soy su hermana mayor”.
Asi que en el momento en que te das cuenta de eso, no debe venir una condenación. Quizás hay personas que nos están escuchando en este momento que dicen: “Ay, pues yo sí trato a mis ovejas de esa manera” y las trato como si yo fuera el Padre. Bueno, no tengas condenación en eso; tu corazón puede ser un corazón paternal, bonito, precioso. Solo debes orientarlos donde tienes que orientarlos.
Amén, y diles que tú no eres el padre, que hay un Padre mejor que tú, y que ese es el verdadero Padre. Amén.
Bendiciones amados,
Ana Méndez Ferrell