Queridos hermanos en Cristo,Estamos en un momento kairos; el 2025 es un año en el que podemos ver la mayor manifestación del amor de Dios en el planeta y de la unidad del cuerpo verdadero de Cristo que todos anhelamos ver. El Señor nos hace un llamado vital a todos los genuinos hijos de Dios para levantarnos en toda la tierra, para que unidos en oración veamos este glorioso milagro. En estos tiempos de gran división, confusión, guerra y desacuerdos en nuestro mundo, sentimos la urgente responsabilidad de dirigir nuestras oraciones en este sentido. Muchos esfuerzos de unidad se han hecho en el pasado, haciendo alianzas de pastores o grandes eventos en que participa una gran cantidad de Iglesias. Pero al final todo vuelve a lo mismo, una alianza contra otra o un grupo volviéndose jueces de todo lo que amenaza su señorío sobre los demás. Nunca en la historia habían existido tantas denominaciones enfocadas en lo que nos hace diferentes. Nuestro llamado es ser un reflejo de la luz de nuestro Señor, no de división y discordia entre hermanos. Lo que Dios quiere es una verdadera unión POR EL ESPÍRITU, no de estructuras humanas sino por los vínculos que solo Dios puede lograr. La iglesia, edificada por Cristo, es una fortaleza; como se nos recuerda en Mateo 16:18, las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Es momento de levantarnos como un solo cuerpo, firmes en nuestra fe y apoyándonos mutuamente en amor y unidad. Este es el corazón del Padre, la unidad del cuerpo. Jesús nos enseñó los dos mandamientos más importantes en Mateo 22:37-39: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Al enfocarnos en estos mandamientos, recordamos que la esencia de nuestra fe es el amor. También quiero destacar el llamado que nos hace Jesús en Juan 13:34-35: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Este amor debe ser nuestro estandarte, guiándonos a vivir en armonía y a ser testigos vivos de Su gracia. Sabemos que muchos de nosotros hemos sido heridos de muchas formas por la Iglesia, o por líderes o hermanos que no nos entendieron o nos lastimaron por cualquiera que haya sido la causa. Este es un tiempo de llamamiento a la unidad y al amor, te invitamos a perdonar para poder soltar y sanar y que no haya nada que estorbe. Perdona a quien te hirió así como tú también fuiste perdonado. Únete a nosotros del 10 de enero al 19 de febrero (cuarenta días). Levántate a orar antes del amanecer si es posible, con la intención que millones de hijos de Dios puedan entrar en la unidad que Dios requiere. Que surjan y sean respetadas las coyunturas del cuerpo. El llamado es a enfocarnos con todo nuestro espíritu y todo nuestro amor en la unidad que clama desde el corazón del Padre. Como nos instruye Pablo en Colosenses 2:16-23: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. Que la cabeza pueda final y efectivamente ser Cristo y no miles de hombres bien intencionados divididos unos de otros. Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entre metiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asidos de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieras en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso.” Esta es una invitación a morir nuevamente a las doctrinas y rudimentos que nos han separado, y a enfocarnos en el amor de Dios, el amor con el que Él nos amó primero; ese amor que nos dio a Su Hijo unigénito, y que es nuestro mandamiento: amarlo a Él sobre toda cosa y a nuestro prójimo como Él nos amó. En ello, sabrán que somos Sus discípulos. Oremos para que el amor de Dios fluya entre nosotros, y que, a través de nuestras acciones y palabras, otros puedan conocer la realidad del amor de Cristo. Que el Señor nos fortalezca y nos una en este propósito como nunca antes en la historia de nuestro planeta. Unidos en una sola frecuencia y un solo corazón para que todos aquellos que aman a Cristo se unan por las coyunturas, y seamos uno solo, unidos cómo diamantes, con fortaleza indestructible. La iglesia edificada por Cristo contra la cual las puertas del hades no pueden prevalecer. Tenemos hermanos en todos los continentes, únete y se parte de algo que nadie podrá parar. Hemos abierto este registro para saber cuántas naciones se están uniendo, por favor regístrate. En el amor de Cristo, Voz de La Luz Ana Ferrell y Ana Louceiro Plattner |